Al leer la palabra disciplina, quizás pensemos en obligación, orden o exigencia, pero, todo lo contrario, esta metodología deja de lado lo impuesto, alejándose del todo de la enseñanza tradicional.
La enseñanza actual debe basarse en desarrollar las habilidades de cada niño y niña respetando cada ritmo de aprendizaje, siendo flexibles y adaptándonos a cualquier necesidad y sobre todo aportando en todo momento motivación y aliento ya que, como seres humanos, todos necesitamos sentir que pertenecemos y somos importantes.
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¿Por qué es tan importante la disciplina positiva?
Entenderlo es sencillo, todos sabemos que la escucha activa, la empatía, el lenguaje positivo, etc. son palabras y acciones claves y necesarias en nuestro día a día, de esta manera nos permitimos aprender y enseñar con un único objetivo, el bien común.
En grandes rasgos esta disciplina, fomenta una conexión saludable, basándose en el respeto mutuo y en la capacidad de controlar las habilidades sociales, es este conjunto de principios y herramientas lo que la hace posible.
Por tanto, si hacemos buen uso de ella, este método de enseñanza permitirá a los niños y niñas a conectar positivamente con el mundo que les rodea.
¿Qué necesitamos para llevarla a cabo?
- Ser amable y firme al mismo tiempo, teniendo como base el respeto y la motivación.
- Mostrar que valen, que son capaces, que pueden conseguirlo.
- Dejar a un lado el castigo, es importante enseñarles cuál es la manera de hacerlo bien en vez de insistir en lo negativo.
- Hacer ver que del error también se aprende.
- Servir como ejemplo, debemos actuar con coherencia, como modelo a seguir.
¿Cuáles son sus beneficios?
No es complicado llegar a la conclusión de que esta disciplina aporta múltiples beneficios, tales como:
- Fomenta el autocontrol y la autoestima.
- Crea respeto, interés por los demás.
- Enseña habilidades para resolver problemas.
- Proporciona responsabilidad, participación, colaboración.
- Es eficaz a largo plazo.
“Debemos darnos cuenta de que no podemos construir en deficiencias, sólo en fortalezas. No podemos ayudar a nuestros niños [y jóvenes] – ni a nadie – a tener fe en ellos mismos mientras nosotros no tengamos fe en ellos.”
(Dreikurs, R. Social equality: the challenge of today, p. 121).